domingo, 28 de marzo de 2010

El querido Facebook


Sin duda alguna nuestro querido Facebook ha pasado a ser una extensión importantísima de nuestra vida. El epicentro de nuestras relaciones, de nuestra vida pública y personal, en una herramienta de estudio y de trabajo; pero quizá su principal función ha sido la de convertirse en el arma más mortal para los ignorantes que no han aprendido a manejarlo a su favor.


Y es que a estas alturas del partido debería haber un manual para todos aquellos que comienzan a ser parte de esta excelentísima red social y que desconocen por completo la manera de mantener al margen a ciertas personas algunos contenidos. Cómo es posible que un individuo, que claramente evidencia un escaso coeficiente intelectual tenga cuenta en Facebook, no hay derecho por Dios.

Y es que no falta el personaje, que además se cree el putas con patas, decide muy altivamente hacer parte de la red, jurando que lo único que tiene que hacer es tener un nombre de usuario y una contraseña, que además es la más obvia del mundo, y listo él dice ‘ahora si, el que me conozca que me agregue’.

Ahora, el muy “listo”, que ni si quiera sabe que es un inbox, un link o un ‘configure la privacidad de su cuenta’ y que según él es el chacho del paseo, abusa de su condición de incompetente, jurando que todo mundo es inferior a él y se lanza al agua concediéndose ciertas libertades, como por ejemplo: permitiendo que su mocita de turno se introduzca en su lado más sociable, nuevamente aparece el Facebook, y decide hacerla parte de su selecto grupo de amigos.

Lo que él completo inútil olvida es que si hay algo que caracteriza a nuestras bellas compañeras de la tierra, obviamente las mujeres, es: uno, la extrema curiosidad por conocer cada uno de los pasos que da su pareja y dos la habilidad de aprovecharse de la ineptitud que tienen algunos sujetos de concebir contraseñas un poco más complejas de interpretar.

Ahora bien, ya destapado el regalito y con pruebas bastante claras y evidentes de los inbox que el espécimen olvidó erradicar de su red, por su total desconocimiento del significado de la palabra delete, lo mejor que puede hacer es utilizar a su favor tres argumentos: el primero, utilizar la típica excusa de ‘amor, esa vieja me montó la perseguidora y no sabía que hacer, es más, por eso yo no había borrado los mensajes para que tu los vieras y me aconsejaras como pararla. Segundo, utilizar a favor su característica más evidente y como buen ignorante excusarse con un NPI (ni puta idea) quién será esa vieja ni cómo llego a estar en mi lista de amigos, de pronto la acepté porque se me pareció a una nena que estudió conmigo, es mas, hasta ahora me entero que el Facebook tenía opción de correo y que esta vieja me estaba mandando esa clase de mensajes, que descaro. Cierto mi vida’. Y por último y como tercera alternativa demostrar que por arte de magia se terminó su estado de incompetencia, por lo menos con la tecnología, y decir: ‘Bebe, no se quien carajos es, pero me jaquearon mi face y han estado haciendo cosas y enviando mensajes que yo por nada del mundo haría, por fa ayúdame a averiguar quien es’.